martes, 7 de agosto de 2007

¿Cambiaremos el Odre?

A través de los tiempos el envase para retener los lìquidios ha ido cambiando. Desde el cuero de animal, pasando por por el vidrio y ahora el plástico. Podemos observar que todos han sido efectivos para su època, sin embargo, no es menos cierto que la comodidad nos ha llevado a la era de lo plástico, de lo barato, de lo cómodo y fácil. Nosotros tenemos un envase en nuestro interior. De hecho allí se alojan nuestros intereses, virtudes y defectos que delatan nuestra humanidad; allí podemos esconder situaciones que, aparentemente, nadie ve y nadie conoce. Nuestro envase se llama ALMA, está alli en el centro de nuestro ser. Es el asiento de todas nuestras emociones; cuando sonríes ella sonríe, pero cuando sufres ella llora. Te pertenece, es inherente a ti, mientras vivas aquí en la tierra, nunca podrás apartarte de ella. Ese envase debes cuidar como cuidas tu misma vida, porque eso es... ES TU PROPIA VIDA.
Antiguamente los envases se llamaban Odres, y existían para el agua, leche vino o aceite. Era cuero de animal preparado especialmente para envases. Jesús lo dijo..."Tu odre debe ser nuevo para recibir vino nuevo". Al sacar las impurezas de la vida, el pecado, el egoísmo, la vanidad, la vanagloria, etc. (Son demasiados) estamos limpiando, no mejor dicho, renovando... no mejor CAMBIANDO nuestro envase u odre. En San Juan 2:13:22, Jesús purifica el templo...lo limpia. Estaban unos vendedores comercializando, en realidad una buena actividad y muy sana, pero no era el lugar indicado, así como en nuestro corazón no puede haber comercio...NO PUEDES JUGAR Y VENDER LAS COSAS DE DIOS. ¡Cómo necesitamos que el Maestro venga a limpiar nuestra Odre!
En nuestros días los cristianos venden las cosas de Dios, no defendemos nuestro templo. No importa lo que digan de nuestro Jesús...las dejamos pasar ¡Es tiempo de levantar nuestro estandarte! Que nada ensucie nuestro Odre...¡Cuidado! El enemigo esta al acecho, p ero Cristo está por nosotros y si es así nadie será contra ¡Gloria a Dios!

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