jueves, 5 de agosto de 2010

EL ODRE SANTO


Santidad: apartarse del pecado. ¡Cuán grande es la lucha del Espíritu contra la carne! El espíritu busca la comunión con su creador, el espíritu anhela el reencuentro con su hacedor. Esta relación ha estado rota desde el principio, en el huerto del Edén se terminó. ¡Gloria A Dios! pero nuestro Dios siempre quiso volver a establecer su relación con sus creados, porque somos su imagen y semejanza. Esperó muchos miles de años y envío a su Hijo Unigénito para salvarnos de la muerte eterna que ya habíamos ganado en el principio. Debía ser con rescate de sangre y se preparó durante siglos el momento adecuado en que vendría el Salvador. Hoy tenemos entrada gratuita porque Jesucristo pagó el mayor precio en el sacrificio del Calvario. Y más aún, estaba preparado que se quede con nosotros el Espíritu Santo una vez que regresara el Salvador al cielo, a su hogar, a nuestro hogar que nos espera.
Tenemos la ayuda del Espíritu Santo para vencer a la carne, entonces nuestro espíritu ha sido abordado y convencido por el Espíritu de Dios que nos ha dado PODER, AMOR Y DOMINIO PROPIO (2° Timoteo 1:7). Pablo nos llama en los Gálatas: "ANDAD EN EL ESPIRITU". No camines solo, tu vida no tendrá dirección, la carne te llevará a donde ella quiera: a los placeres de este mundo, porque ella vive de eso, del mundo. Al andar en el Espíritu, veremos las cosas con un Odre santo ¡Aleluya! No es fácil, pero nadie dijo que ser cristiano es fácil.Cuando vemos el camino fácil, el diablo se mofa y prepara su estrategia para ir contra nosotros. Debemos sacrificarnos por el Señor, que nos cueste, que nos duela para humillar nuestro "yo" personalista.
Miremos a los hombres que se han santificado para el Señor. Un ejemplo es el pastor de la foto, Ismael Cárdenas, de la ciudad de Puerto Varas, Chile. Humildad y fidelidad, pareciera ser la "receta". Cuanto nos falta a los que desean bienes materiales, bienes pasajeros, ser reconocidos en esta tierra, etc. Sólo en esta humildad tendremos la victoria contra la carne y su Espíritu vivirá de tal forma en nosotros que el avivamiento quemará nuestras vidas.